EL BRINDIS
Una mesa con tres mujeres que apenas se conocen.
Sentadas en una mesa frente al mar, un mantel blanco y tres cartas de menú.
Sonrisas que empiezan a despuntar porque en el fondo saben que algo las une.
Tres vidas diferentes pero una historia en común… la lucha por vivir.
Primer plato:
Ensalada y salvamos los modos preguntando de forma coloquial si empiezan.
La primera confesión está a punto de acontecer.
Una de ellas se siente atrapada ante un problema familiar, las dos escuchan dejando los tenedores en la mesa.
Se rompe el silencio.
Una lágrima cae en el plato de la que intenta hablar, la de delante le dice que esté tranquil, la otra le coge la mano.
La comensal “ensalada” confiesa la infidelidad de su marido y el desengaño tras 30 años de lecho conyugal. Después de entregarle su juventud y dale estrés hijos, el marido ha decidido ir a robar otra juventud y dejarla como quien abandona un joyero que ya no vale.
Sus compañeras la escuchan y la alientan con palabras de cariño, le dicen lo valiosa que es para los que la rodean, lo mucho que sus hijos la aman, intentan mitigar un dolor que tiene nombre “Traición”.
Segundo plato:
Mejillones al vapor, ya servimos a las otras comensales, hemos empezado a ser coloquiales.
Con un mejillón en la mano, la Segunda comensal se detiene, suelta la cáscara y se lleva el dorso de la mano a la cabeza, las otras dos la miran, empieza la segunda confesión.
Con solo 18 años explica haber escapado de un hombre que la hacía infeliz, su llegada al aeropuerto de Moscú con una pequeña maleta hecha sin apenas pensar, define que quiere empezar una nueva vida pero sin rumbo elegido, compra un billete sin conocer el destino y llega a Barcelona, empieza una vida de cero, sin dinero, sin nadie, pasando por todos los trabajos más difíciles para poder traer a sus hijos pequeños con ella. Esos largos días de apenas dormir ni comer se llaman “Supervivencia”.
Dejan de ser comensales y ya se convierten en compañeras, piden para ella un buen vino blanco para acompañar los mejillones.
Tercer plato:
La Paella está humeando y se reparten los platos sirviéndose entre ellas, dan preferencia cada una a lo más le gusta, gambas, calamar e incluso mas tostadito o menos.
La tercera amiga se hecha limón por encima y las mira fijamente, sus ojos están vidriosos, no es el limón, es la gratitud de saber que una vez a elegido bien con quien compartir su tiempo.
La enfermedad la hizo aprender a elegir, ha decir no, ha comprender que hay una segunda oportunidad, que quererse a sí misma no era dejar de querer a los otros, que soñar no es pecado, que vivir es creer en uno mismo y que nos debemos a nosotros mismos porque ese fue un regalo que nos hizo nuestra madre después de gestadnos con amor.
Pasó media vida intentando hacer feliz a los que la rodeaban, olvidándose que la felicidad más importante era la suya. Eso se llama “Amor”.
Sus amigas deciden pedirle un postre de chocolate para celebrar que la vida es tan Dulce como queramos saborearla.
Postre:
Llega el pastel y con el chocolate, el camarero descorcha una botella de Cava.
Plof!
Señoras esto es regalo de la casa, desde que están aquí sentadas no sabemos que ha pasado que nuestra cocinera, que llevaba más de un año sumida en la tristeza por la pérdida de un ser querido ha vuelto a sonreír, las está observando mientras prepara las comandas y dice que ha sentido que una fuerza de pasión la envolvía.
Una de ellas le dice al camarero que la invite a salir para brindar con ellas.
La cocinera sale y las comensales se levantan con la copa en la mano y le ofrecen una.
Brindan por la “Traición” por la “Supervivencia” y por el “Amor”, cuando aún no han chocado sus copas, la cocinera, hace una pausa y les pide compartir su brindis.
Brindo por todas las mujeres del mundo que son valientes porque eso se llama “Valentía”.
Cuatro mujeres y cuatro historias de vida pero ….un solo brindis.
El brindis por la VIDA.
Virginia Dröm